Aquellas
horas, Dios mío, tejidas con el más puro lino de la esperanza,
cuando unos pocos viejos republicanos izamos la bandera tricolor en
el Ayuntamiento de Segovia! (...) Fue aquel un día de júbilo en
Segovia. Pronto supimos que lo fue en toda España. Un día de paz
que asombró al mundo entero (...)
De
esta manera describía Antonio Machado sus propias vivencias
poniéndolas en boca de su personaje Juan de Mairena en uno de los
dos textos, muy semejantes, que sobre la proclamación de la
República de1931, publicaba seis años más tarde estando sumido el
país en plena Guerra Civil.
Machado
permaneció en la capital segoviana impartiendo clases de francés
como benévolo profesor de instituto durante más de doce años,
tantos como los que estuviera en Soria y en Baeza juntos. En ella
despertará su espíritu republicano, un espíritu que en
contraposición al de su hermano, el también poeta Manuel, le
llevará a abominar el golpe de estado dado en 1936 por el general
Franco, hasta el punto de morir en el exilio tras luchar inútilmente
contra ello. Pero también en Segovia encontrará un nuevo amor, el
segundo tras el aciago matrimonio con Leonor. Y aquí, en la Ciudad
del Acueducto, desarrollará toda su producción teatral entre las
cuatro paredes de un modesto cuartito de hospedaje.
Así comienza mi último libro, un volumen de más de sesenta páginas a color, editado por Derviche, escrito y dibujado con motivo del centenario de la llegada del poeta a la Ciudad del Acueducto. En él, no sólo puede conocerse cómo fue su estancia en esta ciudad sino una sinopsis de la vida y, sobre todo, de la muerte del poeta en el exilio.
Dejo aquí la primera página de la historia: