Aleluyas de Isabel, discípula de Luzbel
En Madrigal, noble villa, / nace Isabel de Castilla. //
Desde muy niña le encanta / jugar a ser reina y santa. // Tiene un hermano,
Alfonsito, / pequeñajo y muy gallito // y es hermanastra de Enrique, // rey
blando mas no alfeñique // cuya esposa, una jumenta, // le pone la cornamenta.
// Tiene una hija esta pareja / a quien llaman Beltraneja, // que la nobleza no
aprueba / por ser hija de manceba, // nombrando a Alfonsito rey / aún en contra
de la ley, // más ambiciosa Isabel / quiere deshacerse de él // y guisa al niño
un festín / con trucha de Valsaín. // Como en venenos es ducha / pone cicuta en
la trucha // y el pobre Alfonso las diña / ciscándose hasta en la niña. //
Quiere casarla su hermano / con un viejo casquivano // y ella le da unas
ponzoñas / en vez de unas carantoñas // esposándose en secreto // con un tipo
analfabeto, // si bien la boda es un timo / pues el marido es su primo, //
traba que se manipula / mediante una falsa bula.
Descubre Enrique el pastel / y deshereda a Isabel //
nombrando a la Beltraneja / en lugar de a esa pendeja. // Isabel busca el desquite
/ invitándole a un convite; // aunque siente algún recelo / Enrique pica el
anzuelo // y al Alcázar se dirige / a yantar con regocije, // mas tras comer la
manduca / palma el rey cual Carracuca.
Estando el muerto caliente / reina se nombra al repente //
sin hacer caso a la queja / de la pobre Beltraneja. // Sólo le falta ser santa
/ a la puñetera infanta // y a tal objeto, sin calma, / se consagra en cuerpo y
alma: // instaura la Inquisición / en Castilla y Aragón, // nombra jefe a
Torquemada, / un maestro en la estrapada // y en el potro y el cordel / y en la
tortura cruel // quien tres mil lleva a la hoguera / de buena o mala manera //
y a cien mil les da suplicio / sambenito y falso juicio. // Y este criminal
censor / es, no más, su confesor, // brazo fiel de esa diabólica / a quien
llaman la Católica. // Ver un judío le aterra / y a doscientos mil destierra,
// y lo mismo a la morisca, / cuya propiedad confisca. // Iglesia y trono se
forran / con los bienes que atiborran... // No seguimos, ya es bastante / de
crónica vergonzante.
Esta es Isabel, señores, / a quien hoy se le agasaja, /
Isabel de los Horrores, / la Reina de la Mortaja. // No importan actos salvajes
/ ni crímenes ni sadismo, / vengan fastos y homenajes, / ¡lo que cuenta, es el
turismo!.
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