Hace escasamente un mes,
Manuel Darias, quien publica en el
Diario de Avisos de Tenerife la página dominical
Historieta, vino a recordar una entrevista que hace veinticinco años le realizó a
Francisco Ibáñez, el padre de
Mortadelo y Filemón, referente al pleito que éste mantuvo con la editorial Bruguera por los derechos de autor de esa historieta. Ibáñez decía que mientras los dibujantes solían percibir en otros lugares el 10% de las ventas de los álbumes (lo cual aún está en vigor) y el 66 % de las reproducciones en el extranjero, a él le pagaban respectivamente el 2 y el 15, motivo por el cual llegó a romper con la editorial para entrar después en
Guay!, de Grijalbo, en donde creó los nuevos personajes
Chicha,Tato y Clodoveo,.
Recuerdo bien todo aquello porque yo acababa de tener contactos con Bruguera a raíz de haber obtenido el premio "Mortadelo de Oro" en su primera edición, otorgado por la empresa editorial y que precisamente me concedió
Ibáñez siendo jurado éste junto a
Mingote, Forges y Périch. Tras ello, Bruguera contactó conmigo para ficharme como colaborador, mas era demasiado tarde pues la editorial daba sus últimas bocanadas de vida. Desaparecida Bruguera, tres de sus directivas pasaron a formar parte de nuevas revistas lanzadas por otros tres grupos editoriales; se trataba de
Anna Maria Palé, que se hizo con las mencionadas riendas de
Guay! (Grijalbo)
, mi siempre recordada
Montserrat Vives Malondro, quien fue nombrada directora de
Garibolo, semanario de Compañía General de Ediciones, y
Mercedes Blanco Abelaira, la que a la postre sacaría mejor beneficio al quedarse como cabeza visible de
Superlópez, publicación quincenal de Ediciones B, heredera de Bruguera.
La modestia no me impide decir que casi en una misma semana fui llamado por estas tres directivas, de forma que con Anna María Palé no llegué a un acuerdo para publicar en
Guay! porque me sugirió que disminuyera los apéndices nasales de mis personajes, cuestión en la que yo no estaba por la labor, pero que lamento hoy al haber perdido la oportunidad de codearme con Ibáñez y otros grandes dibujantes que allí publicaban, caso de
Martz Schmidt o
Segura;
Garibolo, la revista de Montserrat Vices, me pareció, y así fue, que iba a durar menos, lo cual no quita para que con Montse entablara una entrañable amistad hasta el punto de que mi entrada en
El Jueves años después se debiera en parte a su mediación. Así que, como deducen, opté por
Supérlopez, la revista de Ediciones B al mando de Mercedes Blanco Abelaira, donde conviví con el extraordinario
Jan, o el más joven
Ramis.
De estas tres editoriales, sería precisamente la última la que a no tardar se haría con el mercado historietístico juvenil, desbancando a Grijalbo y a Compañía General de Ediciones, cuyas revistas no tardarían mucho en caer, y a donde recalaría finalmente el avezado Ibáñez con sus viejos personajes
Mortadelo y Filemón. Mi decisión, pues, parece hoy en día acertada, más para la vuelta de Ibáñez, yo ya no estaba en la empresa. Otro día les explicaré el porqué; de momento, quédense con esta primera página abocetada de
Liborio Mangas Largas, el personaje que hice para
Superlópez y del que ya les hablé en las entradas del 2 de septiembre de 2010 y el 31 de agosto de 2010.