Acaba de morir súbitamente Moncho Alpuente, mi amigo Moncho, la pluma con más ingenio del periodismo satírico español. Con él tuve el placer de compartir durante siete años la dirección de El Cochillo Feroz, ilusionante proyecto que estábamos ahora reviviendo en El Churro Ilustrado. Hombre libre y generoso, no me resistí a dibujarle diversas caricaturas y dedicarle algunos articulos. Mañana saldrá otro en El Norte de Castilla, pero el día es hoy y ante la urgencia, opto por repetir aquí uno ya publicado. También algunas de aquellas caricaturas que le hice a lo largo de casi dos décadas de amistad.
Hasta siempre, amigo Moncho.
Hasta siempre, amigo Moncho.
MONCHO
ALPUENTE
/ PERIODISTA
La
Alameda
Me
hubiera gustado bajar de nuevo a la Alameda del Parral la Noche de
Luna Llena de este año, y no recorrer otra vez más cuesta arriba,
cuesta abajo, la manida calle Real, tan de a diario, tan dominguera,
tan bella como pateada de turistas.
Me
hubiera gustado, digo, para encontrarme de nuevo con Moncho Alpuente
luciendo su orgulloso look de sílfide y enmascarado con su perilla
de plata. Lo cierto es que ya paseo por allí cuando aprieta la
calor, que dijo el poeta, y tuerzo la cabeza mirando las escaleras
que conducen a su casa por si lo veo junto a Chari regando el
jardincillo donde reposan las cenizas de la alegre y añorada Maki,
pero no, esas las dos o tres de la tarde no son horas para ver a una
persona decente, a un artista.
Sí,
ojalá la Noche de Luna Llena se hubiera celebrado en La Alameda para
haberle preguntado eso de ¿qué hay de lo nuestro?. ¿no habías
quedado en que me llamabas para juntarnos hace no sé cuánto
tiempo?, ¿cómo vas de tus costillas quebradas?, ¡muy bueno tu
último artículo en...!
Y
no hay peloteo en alabarle ese artículo, ni el anterior, ni ninguno.
Moncho, el buen Moncho (y fíjense que “buen” tiene más
categoría humana que de haber escrito “gran”) es una de las
mentes mas brillantes del panorama periodístico hispano. Y no sólo
mente, sino pluma literaria: una veintena de libros en su haber y
cientos de columnas publicadas en la prensa lo prueban. Mientras,
aquí, en esta ciudad, como ocurre con todos aquellos que no son
matracas, cantamañanas, lameculos... no se le cuida bastante. ¡Qué
pena de no vivir en la ciudad del Pisuerga!, por ejemplo.
Lo
dicho, me hubiera gustado bajar de nuevo a la Alameda del Parral la
Noche de Luna Llena de este año y poder echar unas parrafaditas con
Moncho. Del puente a la Alameda o de la Alameda, Alpuente
Un honor haberte conocido, Moncho!!
ResponderEliminarMuchas gracias por habernos enseñado tanto, maese...
Hasta siempre, compañero...