sábado, 21 de marzo de 2015

MI AMIGO MONCHO

Acaba de morir súbitamente Moncho Alpuente, mi amigo Moncho, la pluma con más ingenio del periodismo satírico español. Con él tuve el placer de compartir durante siete años la dirección de El Cochillo Feroz, ilusionante proyecto que estábamos ahora reviviendo en El Churro Ilustrado. Hombre libre y generoso, no me resistí a dibujarle diversas caricaturas y dedicarle algunos articulos. Mañana saldrá otro en El Norte de Castilla, pero el día es hoy y ante la urgencia, opto por repetir aquí uno ya publicado. También algunas de aquellas caricaturas que le hice a lo largo de casi dos décadas de amistad.

Hasta siempre, amigo Moncho.


MONCHO ALPUENTE / PERIODISTA

La Alameda

Me hubiera gustado bajar de nuevo a la Alameda del Parral la Noche de Luna Llena de este año, y no recorrer otra vez más cuesta arriba, cuesta abajo, la manida calle Real, tan de a diario, tan dominguera, tan bella como pateada de turistas.

Me hubiera gustado, digo, para encontrarme de nuevo con Moncho Alpuente luciendo su orgulloso look de sílfide y enmascarado con su perilla de plata. Lo cierto es que ya paseo por allí cuando aprieta la calor, que dijo el poeta, y tuerzo la cabeza mirando las escaleras que conducen a su casa por si lo veo junto a Chari regando el jardincillo donde reposan las cenizas de la alegre y añorada Maki, pero no, esas las dos o tres de la tarde no son horas para ver a una persona decente, a un artista.

Sí, ojalá la Noche de Luna Llena se hubiera celebrado en La Alameda para haberle preguntado eso de ¿qué hay de lo nuestro?. ¿no habías quedado en que me llamabas para juntarnos hace no sé cuánto tiempo?, ¿cómo vas de tus costillas quebradas?, ¡muy bueno tu último artículo en...!

Y no hay peloteo en alabarle ese artículo, ni el anterior, ni ninguno. Moncho, el buen Moncho (y fíjense que “buen” tiene más categoría humana que de haber escrito “gran”) es una de las mentes mas brillantes del panorama periodístico hispano. Y no sólo mente, sino pluma literaria: una veintena de libros en su haber y cientos de columnas publicadas en la prensa lo prueban. Mientras, aquí, en esta ciudad, como ocurre con todos aquellos que no son matracas, cantamañanas, lameculos... no se le cuida bastante. ¡Qué pena de no vivir en la ciudad del Pisuerga!, por ejemplo.

Lo dicho, me hubiera gustado bajar de nuevo a la Alameda del Parral la Noche de Luna Llena de este año y poder echar unas parrafaditas con Moncho. Del puente a la Alameda o de la Alameda, Alpuente


José Orcajo









1 comentario:

  1. Un honor haberte conocido, Moncho!!
    Muchas gracias por habernos enseñado tanto, maese...

    Hasta siempre, compañero...

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